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Por Julio Alonso Asenjo          Toponimia en Sandoval de la Reina

 

Julio Alonso Asenjo


Toponimia en Sandoval de la Reina (Burgos)

 

1. Preámbulo

Tratamos aquí, salvo el topónimo referido a la localidad de Sandoval de la Reina (Villadiego) y algún despoblado en su territorio, de toponimia menor, es decir, del origen, evolución y significación de la denominación de los parajes o partidas del término municipal de Sandoval de la Reina, como es habitual en esta clase de denominaciones o usos, responden a características o accidentes del terreno: agua, alto, barranco, cárcava, cima, collado, coto, cuesta, fuente, hoyo, llano, loma, nava, peñón, piedras, río, tojo, valle; a fenómenos naturales de la vegetación: césped, chopo, endrino, galapero o gadapero, mimbre, olmo, prado, rebollo, soto; a elementos introducidos o hechos por los pobladores (camino, era, harrén, pasadero, picón, puente, quintana, roza, senda, sendero, serna; a cultivos especiales: ajos, grano, juncos, hierba (prado, pradal, dehesa); a circunstancias relacionadas con animales (carnero, comadreja, ganso, novilla, oveja, raposo). Otros responden a nombres de personas (Fuente Vidales, Fuente Lázaro, NaveNoño...) o de lugares, especialmente indicando la dirección mediante camino o carre- o torlao: Amaya, Ampudia, Guadilla, Olmos, Tapia, Villadiego, Villavedón, Villusto). Resulta difícil atribuir una significación a algunos nombres, como Amecal, Canoria, Gualamosa (ver más abajo) o Valdemellín, aunque hay que confiar en lograrlo en aproximaciones ulteriores.

Las fuentes de los topónimos que registramos han sido, además de la tradición oral nunca interrumpida, los planos del Servicio de Parcelación y el Registro de propiedades conservados en el Ayuntamiento de Sandoval, que amablemente puso a mi disposición el entonces alcalde, Santos Dehesa. Los mencionados planos contienen lagunas y errores de bulto que he tratado de colmar y corregir a partir de los usos de los vecinos, que en sí mismos acarrean inevitables deturpaciones.

 La mayoría de los términos son claros, por responder a formas castellanas que, o ya se aplicaron evolucionadas, o fueron evolucionando con el habla a través de los siglos. Quedan, sin embargo, algunos elementos arcaicos petrificados (como el femenino de puente o la forma hont- por fuente), formas como «harrén» o (h)arnajón, o muestras de antropónimos, los cuales podrían ayudarnos a ofrecer, al menos en hipótesis, la fecha de la (re)población de Sandoval. Pero es difícil fijar el momento cronológico de ciertos cambios (como la pérdida de f- --en HontArias y en Rehoyo), la yod en Huncares (por «juncares» o «juncales»), o el paso de a a e en «harrén < herrén»). Además, los antropónimos útiles para este propósito son pocos. Por lo cual, a su testimonio deben sumarse otros datos. Como antropónimos encuentro: Román, Pedro, Nuño, Mudarra, Arias, Valentín, Vidales, Lázaro, Galindo y referencias al santoral (San Juan, San Millán, Santa Lucía…). Los más significativos son Mudarra, por remitirnos a la época de los cantares épicos, uno de los cuales es el Cantar de los Infantes de Lara, no anterior al siglo X. En consecuencia, el nombre de Mudarra debió ser estimado y frecuente hacia el año 1000. Arias era nombre común en el siglo XI, como Nuño (que derivó a Noño, como en la aldea de ese nombre, Villanoño, otrora perteneciente al municipio de Olmos de la Picaza). Vidales es petrificación de la forma latina, en genitivo, Vitalis (‘fuente de Vidal’). Formas latinas o latinadas se mantuvieron bastante tiempo después de hablarse romance (todavía hoy decimos Marcos, como antaño Pablos). En conjunto, esos elementos arcaicos y los antropónimos nos remiten a los siglos X-XI, el mismo período a que envían los canecillos de la Parroquia de S. Pedro y las noticias que tenemos de la atribución de estos territorios a la familia de Fernán González desde mediados del siglo X.

 También, en su conjunto, los topónimos, por presencias y ausencias, nos permiten reconstruir en parte las peculiaridades que revestía el terreno cuando llegaron los (re)pobladores de Sandoval, que disponían de una panoplia tradicional de términos léxicos para aplicarla a esas particularidades. Está, en primer lugar, el nombre del pueblo, que remite a una zona boscosa de monte bajo, que confirman otros topónimos (Almarnaza, Arnajón, Carrijal, Olma, Olmos, Rebollillos, Soto, Sotillos...). Si hay referencias a unas especies arbóreas, faltan otras, como nogales, encinares... En ese bosque debieron efectuarse rozas, para crear hazas y sernas. Había vegas y valles (Valdecilla, Barcaval, Val de...), y eran muy abundantes las colinas o altos y las cuestas (Alto, Loma, Lomillas, Costanas, Cuestas, Recuesto, Cotorrillas, Cotorrillo, Tardováscones...). Zona característica era la Nafría o Navafría. En conjunto, había muchos más elementos arbóreos que ahora, como era de esperar. Y había abundantes fuentes, de las que corrían arroyos. Etc. En suma, un lugar apto para asentamiento de labradores y ganaderos.

 

                    continúa ...


Término de Sandoval de la Reina
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Nota del administrador del sitio: Este plano tiene algunos errores en cuanto a la ubicación de términos y el nombre de la ermita de San Martín.
Se ha puesto sobre todo para conocer los límites del término.

Fuente del plano: Centro Geográfico del Ejército.
Serie L Hoja 18-9 / Edición 1 - CEGET - 2001
Recorte de elaboración propia.
Agradecimiento: Reyes Pérez.

 Autor: Julio Alonso Asenjo    


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