Semana Santa 2022 - Vida civil
| Chocolatada | Comida del sábado | Gente en Semana Santa | Orejuelas |
Esta Semana Santa hizo buen tiempo, con días soleados y noches serenas.
Como ejemplo, estas dos imágenes que se tomaron la noche de Viernes Santo.
Fue el viernes por la tarde.
Donó los hojaldres y el chocolate la empresa Arrubarrena, de Zaragoza.
Todo bien rico, ver abajo los platos y pinchos. Acompañó el buen tiempo y se pudo hacer en la calle.
Algunas de las personas que estuvieron en Sandoval esta Semana Santa.
Carmen y Juan Carlos con sus amigos
Con sus amigos Carol, Jasmina y Tomás. Les visitan aquí todos los años y comieron en la bodega.
Carmen preparó una especialidad peruana, las «alitas crunch a la limeña».
Diego, Estíbaliz, Oier y Uxue
Estuvieron en la casa de los abuelos de Diego, Raimundo Fontaneda y Sara Arroyo.
La cuadrilla de los de los '80
Se juntaron en la bodega de Alvarito para cenar. Fue el Sábado Santo. Roberto llegó tarde a la foto.
Las orejuelas son un dulce típico castellano que se elabora en Sandoval de la Reina en Semana Santa en varias casas.
Orejuelas hechas por Consuelo, Goretti, Mari Luz y Magdalena Renedo
Mari Luz explica como las hacen en su casa:
Para 6 huevos bien batidos se le agregan 6 medias cáscaras de huevo (como medida) de aceite y 4 cáscaras de orujo, dos cucharadas de azúcar, un poquito de esencia de anís, harina la necesaria y un sobre de levadura.
La masa se amasa todo junto. Se baten bien batidos los huevos. Y se va echando harina, harina, harina, hasta que esté a punto. La masa está bien hecha en el recipiente cuando se despegue bien de la mesa y de las manos. Se deja reposar como media hora en un pañito; es necesario, porque, si no, se seca mucho. Se parte la masa en trocitos y en una mesa se pasan con el rodillo hasta que queden finas. Se fríen. Antes de que se queden frías se echa el azúcar por encima para que lo coja bien. El aceite, que esté caliente. Nosotras las freímos en aceite de girasol porque la otra [la de oliva] resulta como más pesada.
Orejuelas hechas por Adela González
